Sin fecha

Sé que estoy perdida, cuando veo una hoja en blanco y no me atrevo a decir algo.
Lo que siento, es muy tímido, y lo que pienso es muy rápido.
Así todo se esconde y se va, y me deja sin poder llorarle.
Con el sabor de boca de una falta de beso, de un desconocimiento que se hace eterno.

Cada que leo un poco de esto y aquello, sé un poco menos, aún de lo que ya sé.
Y entre menos amor demuestra el mundo, más comprendo en mi misma el amar.
Cada que conozco a un amigo, emprendo un terrible viaje ala madurez y a la soledad que estar aislado en la mente propia.

Ya no digo que escribo, y yo nunca dije que sabia como escribir.
Mi pasión y desenfreno rebosan día a día la adolescencia y rayan en el inicio de lo desconocido que es el sendero hacia la madurez.
Aun no se nada, de nada, ni de nadie. Pero poco a poco, tomo fuerzas para hablar conforme a la verdad, mi verdad. Poco a poco tomo valor para decir "No", "Basta", y separar mi silla de las de el resto.

Eh vuelto a pasar niñerías, nervios, sudores inapropiados, inseguridades, y eh vuelto a padecer de las manos en las bolsas del pantalón.
Eh vuelto a meterme en problemas, a decepcionar a todos, y a auto culparme, señalarme, aborrecerme, y alejarme.

Ayer odie mi sonrisita.
La que me pongo cuando alguien de arriba me dice una estrella y la pega con su hipócrita baba en mi frente.
Ayer no fui nadie, justo después de ser alabada por alguien más.
Ayer callé y cargue el peso de di reproche, lo cargue literalmente. Y como no podía llorar frente a todos, también disimule y llore por la frente y el cuello. Llore de esfuerzo, me esforcé de coraje, me enoje por no haber sido humilde, por permitirme enaltecerme, dando ocasión a qué alguien probara la virtud de el elogio.